domingo, 23 de noviembre de 2014

(ARA10) Participación escolar

Imagen tomada de http://pixgood.com/

La participación escolar parece ser algo fundamental para los correctos funcionamiento de los centros y desarrollo del alumnado como futuros ciudadanos. Se trata, en definitiva, de hacer partícipes de la educación de los alumnos y las alumnas a padres, profesores y a los propios estudiantes. Se trata de convertir a todos esos conjuntos en actores, en parte activa.


Y parece que la forma ideal de hacerlo es predicando con el ejemplo. Hacer de las aulas un espacio abierto, ser accesibles (como profesores) a los padres y madres de los adolescentes, invitar a estos últimos a dictar las normas de convivencia, a organizar actividades para ellos y para otros, a preocuparse por su formación. Animar a nuestros más jóvenes a sentirse responsables de su aprendizaje. Invitar a sus progenitores (o tutores) a vivir esa educación como un proceso en marcha que no debe detenerse, aunque sí puede requerir una moderación de la marcha para adecuar el ritmo a las capacidades del alumno.

Hemos de transmitir a estos colectivos que la participación escolar (como la ciudadana) es, no solo un derecho, sino un deber. Desentenderse no puede ser nunca una opción, ni cuando hay dificultades reales para participar. En esos casos habrá que poner facilidades: crear órganos o articular los existentes para que todos los miembros de la comunidad educativa puedan acceder y participar; flexibilizar las horas de las tutorías para aquellos padres y madres que, por cuestiones laborales o de otra índole, tengan dificultades para acceder al tutor de sus hijos; facilitar el acceso a los recursos del centro a la comunidad educativa (para que tengan lugar de reunión, para que dispongan de material, etc..). Son algunas ideas que me pasan por la cabeza, si bien el nivel de concreción es más bien bajo.

En resumen, la participación escolar es aún una asignatura pendiente en la que todos los esfuerzos parecen pocos. Basta leer alguno de estos documentos para darse cuenta de que las cosas llevan tiempo sin mejorar significativamente:

Aunque hay que darse cuenta de que, al menos en papel, ya se le presta atención a este tipo de cuestiones.

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